domingo, 19 de abril de 2015

Ficha N° 3

Ficha N° 3 : Las dos caras de la frontera

El malón

Autora: Diana Hamra

La frontera criollo-indígena suele representarse como un espacio de separación y fricción, en el cual estas sociedades sólo tomaban contacto en el momento de los enfrentamientos militares. El indio es presentado frecuentemente como el bárbaro, el salvaje al que hay que 'domesticar', y de no ser posible, hay que 'exterminarlo'. Las campañas al desierto aparecen como las acciones del blanco con el fin de 'civilizar', 'cristianizar' y concluir con las depredaciones que los indios ocasionaban.
Pero la vida en la frontera, tanto para criollos como para aborígenes carecía de la linealidad con la que suele ser presentada. ¿Cómo era la vida cotidiana de las tribus que se dedicaban a maloquear? ¿Los malones eran producto de la maldad de los aborígenes? ¿Cómo era la vida de aquellos que habitaban los fortines? ¿Avanzaban los blancos con el objetivo de civilizar? ¿Existían mecanismos de articulación social generados a partir de la relación entre indios y cristianos en el área histórico-regional pampeana?
Vamos a conocer más a fondo a que se hace referencia dentro de la obra del Martín Fierro cuando se utiliza el término “El malón”.
Para abordar esto , incorporaremos fragmentos de texto de obras clásicas de la literatura argentina que nos permitirán acceder a la visión que testigos de la época.

El malón:


Mapa de Las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1820
La zona que dice “Indios” era la zona ocupada por los indígenas y la zona sombreada era la ocupada por los "blancos". Si se fijan hay una linea de frontera norte y una línea de frontera sur que marca el límite del territorico “civilizado” (el hombre blanco) y lo diferencia de la “barbarie” (el indio) como diría Sarmiento.

Si bien existieron indios en diversas partes del país, el malón fue una actividad que se llevó a cabo en un espacio y tiempo determinados.

El espacio geográfico:

Puede ser delimitado trazando una circunferencia que tenga como centro el cabo San Antonio en la provincia de Buenos Aires y como radio unos 500 km., es decir, la llamada pampa húmeda, cuyos factores ecológicos (tierras fértiles, abundante riego, pasturas blandas) permitieron el crecimiento de la hacienda cimarrona (Se llamaba cimarrón al ganado salvaje que vagaba libremente por la pampa)
El ganado cimarrón no era originario de América sino que había sido traído por los europeos. Primero por la expedición de Pedro de Mendoza, la que al fracasar la fundación de Buenos Aires en 1541, deja libre al ganado que retorna a un estado semisalvaje, y luego, serán introducidos por Juan de Garay, quien vuelve a fundar -esta vez exitosamente- Buenos Aires en 1580.
Los pampas, araucanos y otras parcialidades aborígenes pudieron dedicarse a maloquear (hacer correrrías para cazar el ganado) luego de dominar la técnica de la equitación. No se conoce con exactitud el momento en que el indio entró en contacto con el caballo, lo cierto es que llegó a dominarlo como pocos.
Los ejércitos de línea estuvieron alejados de la frontera sur debido a los conflictos que debieron enfrentar desde 1810 (guerras civiles, conflictos con Brasil, sitio de Montevideo, guerra del Paraguay, entre otros).

El tiempo:

El malón coexistió con el saladero, industria primitiva dedicada a la elaboración del tasajo, que tuvo su auge durante el siglo XIX. Esta actividad obtuvo un notable crecimiento y fue dando origen al poderoso grupo de los saladeristas rioplatenses, quienes ejercieron enorme influencia en la dirección política del naciente país durante más de medio siglo.
La exportación de carne salada a centros de consumo como Brasil y Cuba potenciaron esta actividad. Para desarrollarla era necesario, además del ganado, contar con la sal que se traía desde Salinas Grandes (reducto de Calfucurá) o desde la costa patagónica en barcos fletados especialmente. Así mientras, antes el hombre blanco privilegiaba la extracción de cuero y sebo, ahora ponía el acento en el valor comercial de la carne, la cual era mucho más rentable. En consecuencia, exigía al gobierno nacional la defensa de su hacienda mientras el indio continuaba con sus malones.

El desarrollo del malón:

El malón es definido por los diccionarios como la 'irrupción o ataque inesperado de indios' . Pero en ese ataque no tenía lugar la improvisación, todo estaba rigurosamente preparado. Para la organización del mismo, las tribus ponían en marcha los siguientes pasos:
El parlamento: entre indígenas (pampas, araucanos, etc.) se realizaba una especie de asamblea la cual se utilizaba en situaciones especiales como por ejemplo cuando se necesitaba discutir y tomar decisiones en torno a problemas técnicos, políticos o estratégicos concernientes a la comunidad aborigen entera.Durante el “parlamento”, los miembros de la comunidad se sentaban formando una rueda y cada jefe pasaba al centro para presentar sus argumentos en torno de la cuestión tratada. Así lo cuenta Martín Fierro cuando junto a Cruz llegan a una toldería (campamento indígena):

"La desgracia nos seguía
llegamos en mal momento:
estaban en parlamento
tratando de una invasión,
y el indio, en tal ocasión
recela hasta de su aliento [...]
Dentra al centro un indio viejo
y allí a lengüetiar [1] se larga,
¡quién sabe que les encarga!
Pero toda la riunión
lo escuchó con atención
lo menos tres horas largas." [2]
1 – Hablar
2 – "Martín Fierro" de José Hernández

El parlamento tenía ciertas normas: todos debían oir con atención las explicaciones que se daban, los interlocutores no podían interrumpirse; los oradores debían expresarse en un tono sereno. Se ponía el acento en las razones y los argumentos que se exponían. El discurso constituía para estas parcialidades, la posibilidad de persuadir, convencer, planear, aclarar malos entendidos, lograr adeptos a un proyecto o descartarlo.

Veamos cuáles eran las razones que exponía uno de los jefes y por las cuales podía decidirse a hacer un malón:

“¿No son los cristianos quienes no conformes con habernos desalojado de las mejores tierras, ¡nuestras tierras!, nos empujan hacia zonas que no podemos habitar porque no hay en ellas agua, ni alimento, lo necesario para vivir? ¿De quién es el aire? ¿De quién las lagunas y los ríos, la sal, la leña, los guanacos, avestruces, los caballos y las vacas del campo? ¿De algunos de ellos? ¿De la tribu? ¿De alguna de las otras tribus? ¿O son de todos para que la gente respire, beba y coma? ¡Para vivir! ¿Cómo subsistirían los demás si alguno de nosotros decidiera que todas esas cosas le son propias? ¿No compartimos, acaso, la preciada sal de las Salinas Grandes con los blancos, que se la llevan en caravanas de carretas? Pero ellos, ¿cómo nos pagan? ¿No son los huincas [3] los que sacan al ganado sólo el cuero para vender en la ciudad, dejando que la carne, nuestro alimento, se pudra en el campo? ¿No son los huincas los que dicen que el ganado que pastaba libre en el campo es suyo por haberlo marcado y herrado? ¿No son sus jefes los que en muchas ocasiones nos prohíben acercarnos a los poblados y comerciar con el blanco?” [4]

3 – Era la forma en que los indios se referían al hombre blanco
4 – Fragmento adaptado de Schoo Lastra, Dionisio "Los indios del desierto"

Los servicios de inteligencia y los preparativos : Una vez que el malón estaba decidido, comenzaba a funcionar una especie de “servicio de inteligencia” que estaba compuesto por indios que camuflados en los pajonales cercanos al sitio que iba a ser atacado por el malón, pasaban días y días observando detenidamente todos los movimientos que allí se realizaban, analizando las vías de acceso al lugar (estado de los caminos, aguadas, pantanos) y tratando de memorizar la cantidad de ganado, cuál era el total de hombres y cuántos estaban dedicados a la vigilancia del fortín.

Indios mansos que vivían en las estancias y poblados cercanos al fortín, del que conocían su funcionamiento a la perfección, actuaban muchas veces como informantes completando los datos que posibilitarían llevar a cabo el malón con éxito para los indígenas.
Los pulperos (dueños de las pulperías que eran una especie de cantinas donde se juntaban los gauchos a beber) actuaban habitualmente como espías, pero eran unos espías 'muy especiales' ya que brindaban información tanto a la indiada como a los ejércitos a cambio de su tranquilidad y de alguna compensación (es decir, estaban bien con Dios y con el diablo).

También contaban con la ayuda de 'cristianos' (hombres blancos) que habían llegado a las tolderías (habitad de los indíos) buscando paz y libertad. Sí, así era, no era fácil la vida en el mundo de los blancos. Muchos huían porque la policía los perseguía por robar ganado, herir o matar a alguien en una pelea; otros eran perseguidos políticos por haber participado en el bando perdedor en alguna guerra civil y la mayoría huía (generalmente gauchos) porque a pesar de trabajar la tierra con rudeza muchas veces eran considerados 'vagos' y 'malentretenidos' y había leyes que decían que todo hombre así considerado, debía cumplir servicio militar en los fortines de la frontera. Así, lo alejaban de sus familias y los condenaban a pasar todo tipo de privaciones, arriesgando gratuitamente su vida en la guerra contra el indio, porque era común que no recibieran ningún pago por este trabajo (a Martín Fierro lo reclutan de esta forma. El gobierno lo recluta a la fuerza y lo hace ir a luchar en la frontera en su defensa contra los ataques de los indios, los malones).

Luego que el “servicio de inteligencia” indígena realizara el reconocimiento del terreno y recopilara la información necesaria, los preparativos continuaban en las tolderías (campamento indígena). Allí, se planificaba la estrategia a seguir y cuándo se llevaría adelante el malón. Enseguida afilaban los facones (cuhcillos) y las puntas de las lanzas (flechas), verificaban el estado de las boleadoras y seleccionaban los caballos. Martín Fierro describe los preparativos:

"Para pegar el malón
el mejor flete procuran;
y como es su arma segura
vienen con la lanza sola,
y varios pares de bolas [5]
atados a la cintura.
De ese modo anda liviano,
no fatiga al mancarrón [6] ;
es su espuela en el malón,
después de bien afilao,
un cuernito de venado
que se amarra en el garrón". [7]

5 – Se refiere a las boleadoras
6 – Habla del caballo que monta el indi
7 – Fragmento de "Martín Fierro" de José Henández.

Ejecución del malón: Concluidos los preparativos, montaban en sus caballos en dirección a las cercanías del fortín (fortaleza custodiada por los blancos), siguiendo cuidadosamente su plan. De reprente en el silencio del campo se oía un ruido muy parecido al eco de los truenos, que se hacía cada vez más y más potente, era el del galope de los caballos sumado a los gritos de los indios para así se anunciaba la llegada del malón. Los blancos los veían de este modo:

Bajo la planta sonante
del ágil potro arrogante
el duro suelo temblaba,
y envuelto en polvo cruzaba
como animado tropel,
velozmente cabalgando.
Veíanse lanzas agudas,
cabezas, crines ondeando;
y como formas desnudas
de aspecto extraño y cruel." [8]

8 – Fragmento de "La Cautiva" de Esteban Echeverría

Al llegar, se enfrentaban con indígenas y con los hombres del fortín. Incendiaban las casas y tomaban todo lo encontraban a su paso, comida, ropa, prisioneros y fundamentalmente el preciado ganado. Se retiraban velozmente y comenzaba la persecución. Así lo cuenta Martín Fierro:

"Y cunado se iban los indios
con lo que habían manotiao
salíamos muy apuraos
a perseguirlos de atrás.
Si no se llevaban más
es porque no habían hallado".
[...] Los perseguimos de lejos
sin poder ni galopiar;
¡Y qué habíamos de alcanzar
en unos bichocos [9] viejos?". [10]

9 – Bicocho significa viejo y que no puede moverse con rapidez, en este caso habla de los caballos en los que perseguían al malón.
10 – Fragmento de la Obra “Martín Fierro” de José Hernández

El regreso para los indios no era nada fácil, porque había que arrear gran cantidad de animales, cautivos y mercancías en medio de la persecución de los milicos y los hombres de los poblados.
En la guerra los indios sacaban ventaja de su conocimiento del terreno y preparaban emboscadas para los huincas (del mapuche: invasor), por ejemplo en las persecuciones los llevaban hacia pajonales a los que prendían fuego dejándolos cercados. También para mostrar su superioridad y provocar más temor, arreaban gran cantidad de caballos que vistos desde lejos simulaban ser más combatientes que venían en su apoyo.
Una vez que los indios habían logrado dejar atrás a los criollos, tomaban el camino que los conducía sus tolderías. A lo lejos podían ver una señal de humo que convocaba a todos a dar la bienvenida a los guerreros. Cuando llegaban comenzaba el reparto de los saqueado en el malón:

"Se reparten el botín
con igualad, sin malicia;
no muestra el indio codicia,
ninguna falta comete;
solo en esto se somete
a una regla de justicia.
Y cada cual con lo suyo
a sus toldos enderiesa [...]". [11]

11 – "Martín Fierro" de José Hernández

Luego de descansar se dedicaban a poner en condiciones la hacienda para emprender el camino hacia Chile, donde venderían el ganado.
Las rastrilladas : Para llegar a Chile debían atravesar una vasta planicie y cruzar la cordillera de los Andes, utilizando para ello las huellas que se iban formando a partir del pisoteo del ganado en las idas y venidas hacia ese lugar. Eran surcos paralelos, profundos y bien asentados por los cuales se podía transitar y que habían de seguir estrictamente sino querían perderse en el desierto. El camino era largo y había que conocerlo muy bien, saber donde estaban las aguadas y los pastizales necesarios para el ganado. Solían hacer algunas paradas en Salinas Grandes, las tierras de Calfucurá, Levucó, sede de los ranqueles, Cochicó y Covunco.
Las rastrilladas
Venta de la mercancía: El comercio con el sur de Chile era continuo, y la hacienda no sólo era vendida a las tribus de mapuches y araucanas sino que también era comprada por importantes ciudadanos chilenos que tenían estancias en esas regiones, sobretodo en Valdivia.

¿Qué obtenían el indio como producto de la venta?

"[...] volvía bien vestido y provisto de todo lo que pudiera necesitar él y los suyos para una temporada: mantas, ponchos, alcohol, dagas, machetes, [...] pañuelos finos de Europa para vinchas, aperos, chapeados de plata, alhajas del mismo metal para sus mujeres y cañas de coligüe para armar lanzas". [12]

12 –Fragmento de “Los indios del desierto” de Schoo Lastra Dionisio

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

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